A final de año seguí la Cumbre del Clima celebrada en Madrid. Uno de los científicos asistentes al evento afirmó que nunca había visto una desconexión tan grande entre la ciencia, lo que piden los ciudadanos y los negociadores de la cumbre. Yo no lo veo así, al contrario, creo que nunca hemos estado mejor y quizás sea el comienzo del cambio. Os cuento mi experiencia.
En 2002 dirigí el estudio sobre la calidad de semen de los varones españoles, y fuimos pioneros en demostrar a la comunidad científica que las causas clásicamente atribuidas al empeoramiento de la calidad del semen (estrés, pantalones apretados, alcohol, etc.) son un mito y que la realidad del problema viene por los tóxicos químicos. Ahora, estamos desarrollando en Italia e Irlanda sendos estudios de semen, que van acompañados de la campaña informativa “Hasta los huevos de tóxicos”.
A raíz del primer estudio he dedicado mucho tiempo de mi vida profesional a los tóxicos químicos, la contaminación industrial y la polución por contaminantes orgánicos persistentes. Pues bien, solo se nota en mi currículum de publicaciones científicas. No os podéis imaginar la cantidad de entrevistas, acciones, escritos y denuncias que he hecho y que no se han publicado o que no han tenido la más mínima repercusión.
Creo que este hecho se debe a varias causas; existen múltiples conflictos de intereses económicos que dan lugar a desinformación o a noticias sensacionalistas, y la gente está harta de mentiras y exageraciones en estos temas, además de la falta de criterio para poder opinar al respecto. Concienciarnos en la ecología es difícil porque resulta que los “tóxicos químicos” nos están facilitando la vida y no estamos dispuestos a renunciar a ellos ni a cambiarlos por otros más caros. Además, se trata de un problema global. Muchos gobiernos solo hacen políticas a corto plazo pero, en este asunto, las únicas medidas realmente efectivas tienen que ser mundiales. No sirve de nada que la Unión Europea prohíba el uso de una sustancia, si luego compramos lo que han producido países que lo permiten. En un mundo de comercio globalizado, si se veta un determinado pesticida y luego comemos fruta procedente de otro lugar no se está corrigiendo el problema.
Actualmente, Institut Marquès mantiene una línea de investigación sobre los niveles de ozono y su repercusión en la Fecundación In Vitro y la implantación embrionaria.
Por otro lado, contribuimos a la mejora del medio ambiente con nuestra iniciativa de Responsabilidad Social Corporativa “El Bosque de los Embriones”, con la que plantamos un árbol por cada bebé que ayudamos a nacer en un bosque de Tarragona, sede de industrias petroquímicas. El bosque de los embriones ha sido seleccionado por el proyecto Comunidad #PorElClima como uno de los 101 ejemplos empresariales que se reconocen por su compromiso y labor en la acción frente a la emergencia climática, y que forman parte de un informe que se presentó en el entorno de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Madrid.
La prensa nos ha hecho asociar la ecología a un determinado tipo de personas, eso ha hecho daño pero ahora está cambiando. Creo que tenemos que poner de moda la ecología. Que no sea sólo cosa de los ecologistas, de los “verdes” o de los “veganos”. Nos atañe a todos sin excepción. No es que nos estemos jugando el futuro, es que ya nos hemos jugado el presente.
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