Tengo la gran suerte de contar con la amistad de la gran artista irlandesa Sharon Corr. Hace año y medio cuando, junto a Alex Ubago, celebró en los laboratorios de FIV de Institut Marquès un concierto para los cientos de embriones que entonces se desarrollaban en sus incubadoras, me quedó grabado un comentario suyo: “conocer a alguno de los bebés nacidos de estos embriones sería precioso, me haría mucha ilusión”.
Pues deseo cumplido: el tiempo ha pasado y muchos de aquellos embriones son hoy sanísimos bebés con varios meses de vida y de diferentes nacionalidades: españoles, irlandeses, italianos, ingleses, chinos, rumanos… Y uno de ellos ha tenido el privilegio de repetir encuentro con Sharon. Se llama Alison, una niña que vive en España y que ya es una de las fans más jóvenes de Sharon Corr.
Como dice la misma cantante y violinista, existe una conexión especial con estos bebés que han crecido entre notas musicales.
El encuentro fue muy emocionante, los padres se trasladaron a Madrid para conocer a Sharon. Alison estuvo encantada en los brazos de la artista.
Este no es el único caso de “niños tocados por la música”. Tengo un recuerdo precioso que guardo como oro en paño, literalmente. Se trata de un pequeño violín que me obsequiaron los padres de una preciosa niña que ayudamos a nacer.
Es una copia exacta del que tiene ella y que, con solo dos añitos, ya ha empezado a tocar. Esta niña también asistió, en su etapa de embrión, a uno de nuestros conciertos, el de Antonio Orozco. Como todos los embriones en las incubadoras de nuestros laboratorios, estuvo acompañada siempre por la música y ahora se ha convertido en una pequeña apasionada del violín.
Hay muchos casos de pacientes que me cuentan que sus hijos sienten un gran apego a la música y que demuestran un incipiente sentido del ritmo.

Incluso algunos padres utilizan las piezas musicales que escuchaban durante el embarazo para mitigar rabietas y berrinches. Muchos de ellos siguieron poniéndoles música a sus bebés durante la gestación utilizando Babypod.

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